sábado, 14 de septiembre de 2013

Top: Los dictadores con mas muertes.


Yakubu Gowon (1,1 millones de muertes):

Político y militar nigeriano. Realizó sus primeros estudios en la Escuela de San Bartolomé, de las misiones cristianas, y en el Colegio del Gobierno de Zaira. A los veinte años se alistó en el ejército e ingresó en la Escuela Militar Eshie, en Ghana. Continuó su formación militar en la Academia de Sandhurst, perteneciente al ejército inglés, y realizó varios cursos de perfeccionamiento en Gran Bretaña, donde cursó estudios en el Eaton Hall Officer Cadet School, en el Camberley Staff College y en el Joint Services Staff College.

Tras su estancia en Gran Bretaña, volvió en 1957 a Nigeria con rango de segundo teniente-alférez y fue destinado a la guarnición de Ibadán. En 1960 participó como jefe de unidad del cuarto batallón del ejercito nigeriano en las operaciones que se efectuaron en las regiones fronterizas con Camerún. De noviembre de 1960 a junio de 1961 y, posteriormente, de enero a junio de 1963, sirvió como comandante de brigada de las fuerzas de pacificación de las Naciones Unidas destinadas en el Congo. En 1963 ascendió a teniente coronel. Tres años después, estuvo al mando del segundo batallón del ejército nigeriano destinado en Ikeja.

En 1966, tras el motín militar que derrocó en enero al primer ministro Balewa, se constituyó un gobierno militar dirigido por el general Johnson Aguiyi Ironsi y Gowon fue nombrado jefe del Estado Mayor del Ejército. El 29 de julio de 1966 el primer ministro, general Ironsi, anunció la supresión del régimen federal y su sustitución por un sistema centralizado. Se produjeron enfrentamientos entre las tribus del norte y las del sur y, en medio del caos, Gowon dio un golpe de estado y se hizo con el poder.




Mengistu Haile Mariam (1,5 millones de muertes):


Militar etíope que derrocó a la centenaria monarquía y trató de establecer un estado de tipo comunista en el país.

El descontento en el seno del ejército propició el golpe que en 1974 derrocó al emperador de Etiopía Haile Selassie I. Mengistu se hizo pronto el hombre fuerte del régimen y en 1977 accedió a la jefatura del país. Lanzó en ese momento lo que el denominó "Campaña de Terror Rojo" para eliminar a sus oponentes y ese mismo año solicitó armas a la URSS y Cuba para repeler el ataque de Somalia sobre la región etíope de Ogadén.

En el marco de su dictadura personal creó en 1984 un partido único, el Partido de los Trabajadores de Etiopía. Emprendió la colectivización de la tierra y recolocó de forma forzada importantes poblaciones. Sobre ese contexto inestable una serie de terribles sequías y hambrunas golpearon un país que se ha convertido actualmente en sinónimo de hambre.

El fin del apoyo soviético debilitó su poder y en mayo de 1991 dimitió de su puesto y huyó a Zimbabwe. Los intentos de los posteriores gobiernos etíopes de conseguir su extradición por genocidio han fracasado hasta el momento.



Kim II Sung (1,6 millones de muertes):


Dirigente comunista de Corea del Norte. Este militante de las Juventudes Comunistas coreanas, de origen campesino, participó activamente en la lucha contra la ocupación japonesa de Corea desde 1931.

La expulsión de los japoneses al término de la Segunda Guerra Mundial (1939-45) llevó a la división de Corea en dos zonas de ocupación -americana y soviética-, lo cual permitió que los soviéticos pusieran a Kim Il Sung en el poder en la zona Norte. Fue designado secretario general del Partido (1945) y presidente del gobierno provisional (1946). Rechazó la celebración de elecciones democráticas bajo la supervisión de las Naciones Unidas y proclamó la República de Corea del Norte, de la que se erigió en primer ministro (1948).

Allí instauró una dictadura comunista apoyada por la URSS y, más tarde, por China. En 1950 lanzó un ataque por sorpresa contra Corea del Sur, con la intención de reunificar el país bajo su régimen; pero la reacción de los Estados Unidos se lo impidió, dando lugar a la Guerra de Corea (1950-53). Un ejército multinacional auspiciado por las Naciones Unidas contraatacó, haciendo necesaria la intervención militar directa de China para salvar la existencia de la República de Corea del Norte.

Más tarde, la ruptura entre la Unión Soviética y China hizo a Kim Il Sung decantarse por la alianza con esta última, después de intentar el equilibrio entre ambas (1962). En 1972 dio al país una nueva Constitución, proclamándose presidente de la República. A medida que fue envejeciendo, se endureció el carácter represivo y totalitario de su régimen, cada vez más anquilosado y cerrado al exterior. Murió rodeado de un extraordinario culto personal, tras haber designado como sucesor a su hijo Kim Jong Il, originando así la primera transmisión hereditaria del poder en un régimen comunista.



Pol Pot (1,7 millones de muertes):


Revolucionario y dictador comunista de Camboya (Kompong Thom, 1928 - Sa Ngaam, 1998). Procedente de una familia campesina, fue monje durante algún tiempo en un monasterio budista. Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-45) se unió a las fuerzas de Ho Chi Minh que luchaban contra la dominación colonial francesa en Indochina y contra la ocupación japonesa. Al acabar la guerra, ingresó en el Partido Comunista de Camboya (1946) y realizó una estancia en París (1949-53), durante la cual se dedicó a la agitación política y no sacó adelante sus estudios de electrónica.

Luego fue maestro en Phnom Penh (1954-63), hasta que decidió consagrarse por entero a la reorganización del partido y a la lucha clandestina, primero contra el régimen del príncipe Norodom Sihanuk y luego contra la dictadura militar de Lon Nol. Creó el movimiento guerrillero de los jemeres (o khmer) rojos, inspirados por la doctrina de Mao Zedong, con el cual acabó derrocando a los militares y tomando el poder en 1976.

Durante los tres años de régimen jemer, Pol Pot ejerció una dictadura maoísta a ultranza, dispuesta a exterminar todo rastro de burguesía, clases medias, intelectuales, disidentes, vida urbana e influencia occidental. Impuso trabajos forzados, campos de concentración, torturas y asesinatos en masa, que provocaron más de un millón de muertos (casi dos millones si se cuentan los efectos del hambre que también causó su régimen).

En 1979 fue derrocado por una intervención militar del vecino Vietnam (prosoviético). Pol Pot se refugió en la jungla, encabezando nuevamente la guerrilla jemer e imponiéndose de manera sangrienta a cuantos le disputaban el mando. En 1985 se anunció oficialmente su sustitución y en 1997 fue juzgado por un tribunal de la guerrilla, en el marco de las luchas internas entre las distintas facciones de los jemeres. Acorralado por la presión militar del gobierno camboyano, de las facciones jemeres disidentes y del ejército tailandés que le impedía la retirada, murió de un ataque al corazón.




Ismail Enver Pasha (2,5 millones de muertes):



Oficial otomano y líder de la Revolución de los Jóvenes Turcos. Durante su mandato, que incluyó la Primera Guerra Balcánica y la Primera Guerra Mundial, fue conocido en el Imperio otomano como Hürriyet Kahramanı, "El Héroe de la Libertad".

El 23 de enero de 1913 el CUP dio un golpe de estado contra la Unión Liberal y la sustituyó por una dictadura militar encabezada por tres pachás: İsmail Enver, Ahmed Djemal y Mehmed Talat. Aunque en teoría el puesto de Enver era únicamente el de Ministro de Guerra, en esencia éste controlaba todo el gobierno y tanto Djemal como Talat se limitaban a seguir sus directtrices en la mayoría de las ocasiones. El nuevo gobierno estrechó lazos diplomáticos con el Imperio alemán y recibió una delegación militar encabezada por el General Otto Liman von Sanders destinada a modernizar el ejército turco, acción que desencadenó las protestas del Imperio ruso.

Tras la rendición alemana decidió huir una vez más con el fin de evitar una posible extradición, viajando esta vez a Moscú, donde ofreció sus servicios a los bolcheviques. Éstos, que se encontraban ocupados en plena Guerra Civil Rusa, aceptaron la propuesta y enviaron a Enver a Asia Central con el fin de convencer a los pueblos túrquicos de las bondades del Comunismo. Por aquel entonces los habitantes de las estepas habían proclamado una serie de estados, kanatos y emiratos que ofrecían alternativamente su colaboración a los rojos o a los blancos a cambio de que éstos les garantizasen la autonomía. Sin embargo, una vez llegado a su nuevo destino, el antiguo Pachá decidió retomar su antiguo sueño pan-túrquico y ofreció a las tribus turcas la posibilidad de unirse en un estado único e independiente de toda interferencia rusa. De esta manera, İsmail Enver traicionó a los bolcheviques y los combatió cuanto pudo en Asia Central, hasta que fue muerto en 1922 cerca de Baldhuzan (actual Tayikistán), mientras dirigía una carga de caballería contra las filas comunistas.



Hideki Tojo ( 5 millones de muertes):



Militar japonés (Tokyo, 1884-1948). Siguió la carrera militar por tradición familiar. Tras servir como agregado militar en Alemania y jefe del ejército japonés en Manchuria, fue llamado a Tokyo como viceministro de la guerra, en la época álgida del régimen militarista (1938-40); pronto culminaría su ascensión llegando a ser ministro de la Guerra (1940-41) y primer ministro (1941-44).

Fue, pues, el principal mandatario de Japón durante la participación de este país en la Segunda Guerra Mundial (1941-45), que contribuyó a desencadenar. Tojo impulsó el compromiso de Japón con la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini (Pacto Tripartito de 1940), lanzó el programa imperialista de imponer en Asia un «Nuevo Orden» bajo la hegemonía japonesa (1941) y decidió el ataque a Pearl Harbour, que hizo entrar en guerra a los Estados Unidos (1941).

Luego dirigió la política de su país durante la guerra, destacando como uno de los militaristas más agresivos de la época. Y cuando la suerte de la contienda se le volvió desfavorable (desde 1942), reaccionó concentrando personalmente todos los poderes en una especie de dictadura.

No obstante, el avance de los aliados y la inminencia de la derrota hizo que fuera cesado en 1944, dejando a sus sucesores la tarea de la rendición. Al final de la guerra fue detenido por los norteamericanos; se hirió en un intento de suicidio, pero fue curado, juzgado en 1946 y ahorcado dos años más tarde.



Leopoldo II (15 millones de muertes):


Rey de Bélgica, perteneciente a la dinastía de Sajonia-Coburgo (Bruselas, 1835 - Laeken, 1909). Sucedió a su padre, Leopoldo I, en 1865. Como su antecesor, fue un hábil diplomático, capaz de obtener, merced al apoyo de Gran Bretaña, que la neutralidad belga fuera respetada en la confrontación entre Bismarck y Napoleón III, que culminaría con la Guerra Franco-Prusiana (1870-71). No obstante, las tensiones internacionales crecientes de finales de siglo le convencieron de la necesidad de reforzar la defensa del país, anticipándose así a la violación de la neutralidad belga que perpetrarían los alemanes en la Primera Guerra Mundial (1914-18); poco antes de morir consiguió que se aprobara la Ley del servicio militar (1909).


Pero Leopoldo II fue también un activo hombre de negocios, que simbolizó en su persona el éxito de la economía belga bajo su largo reinado. Su negocio más ambicioso fue la colonización del Congo, que acabó convirtiendo a la pequeña Bélgica en una potencia imperialista. Interesado por el continente africano cuando su interior era prácticamente desconocido en Occidente, creó una Asociación Internacional Africana movida aparentemente por objetivos científicos y humanitarios (1876); impulsó las exploraciones de la cuenca del río Congo por parte de Stanley (1879-85), que le proporcionaron el control de un vasto territorio a través de la Asociación Internacional del Congo (fundada por Leopoldo en 1882).

La Conferencia internacional de Berlín (1885), que repartió el continente africano entre las potencias europeas, creó un Estado Libre del Congo y se lo concedió a título personal a Leopoldo. Éste dirigió durante los años siguientes su colonización y explotación, abanderando la lucha contra la esclavitud y sirviéndose del personal y las estructuras administrativas y militares del Estado belga.

Leopoldo intentó financiar los gastos por sí mismo, como había exigido el Parlamento belga, pero cuando la empresa sobrepasó claramente las posibilidades económicas del monarca, éste solicitó ayuda del presupuesto nacional (1886). Los sucesivos préstamos para financiar la presencia en el Congo concedidos a Leopoldo por el Estado belga acabaron por atribuir a éste la titularidad del territorio; pero con tales prevenciones de la opinión pública contra la idea colonialista, que el Parlamento no aceptó la donación real hasta 1908.



Adolf Hitler (17 millones de muertos):



Máximo dirigente de la Alemania nazi (Braunau, Bohemia, 1889 - Berlín, 1945). Hijo de un aduanero austriaco, su infancia transcurrió en Linz y su juventud en Viena. La formación de Adolf Hitler fue escasa y autodidacta, pues apenas recibió educación. En Viena (1907-13) fracasó en su vocación de pintor, malvivió como vagabundo y vio crecer sus prejuicios racistas ante el espectáculo de una ciudad cosmopolita, cuya vitalidad intelectual y multicultural le era por completo incomprensible.

De esa época data su conversión al nacionalismo germánico y al antisemitismo. En 1913 Adolf Hitler huyó del Imperio Austro-Húngaro para no prestar servicio militar; se refugió en Múnich y se enroló en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial (1914-18). La derrota le hizo pasar a la política, enarbolando un ideario de reacción nacionalista, marcado por el rechazo del nuevo régimen democrático de la República de Weimar, a cuyos políticos acusaba de haber traicionado a Alemania aceptando las humillantes condiciones de paz del Tratado de Versalles (1918).

De vuelta a Múnich, Hitler ingresó en un pequeño partido ultraderechista, del que pronto se convertiría en dirigente principal, rebautizándolo como Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP). Dicho partido se declaraba nacionalista, antisemita, anticomunista, antisocialista, antiliberal, antidemócrata, antipacifista y anticapitalista, aunque este último componente revolucionario de carácter social quedaría pronto en el olvido; este abigarrado conglomerado ideológico, fundamentalmente negativo, se alimentaba de los temores de las clases medias alemanas ante las incertidumbres del mundo moderno. Influenciado por el fascismo de Mussolini, este movimiento, adverso tanto a lo existente como a toda tendencia de progreso, representaba la respuesta reaccionaria a la crisis del Estado liberal que la guerra había acelerado.

Sin embargo, Hitler tardaría en hacer oír su propaganda. En 1923 fracasó en un primer intento de tomar el poder desde Múnich, apoyándose en las milicias armadas de Ludendorff («Putsch de la Cervecería»). Fue detenido, juzgado y encarcelado, aunque tan sólo pasó en la cárcel un año y medio, tiempo que aprovechó para plasmar sus estrafalarias ideas políticas en un libro que tituló Mi lucha y que diseñaba las grandes líneas de su actuación posterior.

De nuevo en libertad desde 1925, Hitler reconstituyó el NSDAP expulsando a los posibles rivales y se rodeó de un grupo de colaboradores fieles como Goering, Himmler y Goebbels. La profunda crisis económica desatada desde 1929 y las dificultades políticas de la República de Weimar le proporcionaron una audiencia creciente entre las legiones de parados y descontentos dispuestos a escuchar su propaganda demagógica, envuelta en una parafernalia de desfiles, banderas, himnos y uniformes.

Combinando hábilmente la lucha política legal con el uso ilegítimo de la violencia en las calles, los nacionalsocialistas o nazis fueron ganando peso electoral hasta que Hitler -que nunca había obtenido mayoría- se hizo confiar el gobierno por el presidente Hindenburg en 1933.

Desde la Cancillería, Hitler destruyó el régimen constitucional y lo sustituyó por una dictadura de partido único basada en su poder personal. El Tercer Reich así creado fue un régimen totalitario basado en un nacionalismo exacerbado y en un complejo de superioridad racial sin fundamento científico alguno (basado en estereotipos que contrastaban con la ridícula figura del propio Hitler).

Tras la muerte de Hindenburg, Hitler se hizo nombrar Führer o «caudillo» de Alemania y se hizo prestar juramento por el ejército. La sangrienta represión contra los disidentes culminó en la purga de las propias filas nazis durante la «Noche de los Cuchillos Largos» (1934) y la instauración de un control policial total de la sociedad, mientras que la persecución contra los judíos, iniciada con las racistas Leyes de Núremberg (1935) y con el pogromo conocido como la «Noche de los Cristales Rotos» (1938) culminó con el exterminio sistemático de los judíos europeos a partir de 1939 (la «Solución Final»).

La política internacional de Hitler fue la clave de su prometida reconstitución de Alemania, basada en desviar la atención de los conflictos internos hacia una acción exterior agresiva. Se alineó con la dictadura fascista italiana, con la que intervino en auxilio de Franco en la Guerra Civil española (1936-39), ensayo general para la posterior contienda mundial; y completó sus alianzas con la incorporación del Japón en una alianza antisoviética (Pacto Antikomintern, 1936) hasta formar el Eje Berlín-Roma-Tokyo (1937).

Militarista convencido, Hitler empezó por rearmar al país para hacer respetar sus demandas por la fuerza (restauración del servicio militar obligatorio en 1935, remilitarización de Renania en 1936); con ello reactivó la industria alemana, redujo el paro y prácticamente superó la depresión económica que le había llevado al poder.

Luego, apoyándose en el ideal pangermanista, reclamó la unión de todos los territorios de habla alemana: primero se retiró de la Sociedad de Naciones, rechazando sus métodos de arbitraje pacífico (1933); luego forzó el asesinato de Dollfuss (1934) y el Anschluss o anexión de Austria (1938); a continuación invadió la región checa de los Sudetes y, tras engañar a la diplomacia occidental prometiendo no tener más ambiciones (Conferencia de Múnich, 1938), ocupó el resto de Checoslovaquia, la dividió en dos y la sometió a un protectorado; aún se permitió arrebatar a Lituania el territorio de Memel (1939).

Pero, cuando el conflicto en torno a la ciudad libre de Danzig le llevó a invadir Polonia, Francia y Gran Bretaña reaccionaron y estalló la Segunda Guerra Mundial (1939-45). Hitler había preparado sus fuerzas para esta gran confrontación, que según él habría de permitir la expansión de Alemania hasta lograr la hegemonía mundial (Protocolo Hossbach, 1937); en previsión del estallido bélico había reforzado su alianza con Italia (Pacto de Acero, 1939) y, sobre todo, había concluido un Pacto de no-agresión con la Unión Soviética (1939), acordando con Stalin el reparto de Polonia.

El moderno ejército que había preparado obtuvo brillantes victorias en todos los frentes durante los primeros años de la guerra, haciendo a Hitler dueño de casi toda Europa mediante una «guerra relámpago»: ocupó Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Francia, Yugoslavia, Grecia. (mientras que Italia, España, Hungría, Rumania, Bulgaria y Finlandia eran sus aliadas, y países como Suecia y Suiza declaraban una neutralidad benévola).

Sólo Gran Bretaña resistió el intento de invasión (batalla aérea de Inglaterra, 1940-41); pero la suerte de Hitler empezó a cambiar cuando lanzó la invasión de Rusia, respondiendo tanto al ideal anticomunista básico del nazismo como al proyecto de arrebatar a la «inferior» raza eslava del este el «espacio vital» que soñaba para engrandecer a Alemania (1941). A partir de la batalla de Stalingrado (1943), el curso de la guerra se invirtió y las fuerzas soviéticas comenzaron una contraofensiva que no se detendría hasta tomar Berlín en 1945; simultáneamente se reabrió el frente occidental con el aporte masivo en hombres y armas procedente de Estados Unidos (involucrados en la guerra desde 1941), que permitió el desembarco de Normandía (1944).

Derrotado y fracasados todos sus proyectos, Hitler vio cómo empezaban a abandonarle sus colaboradores y la propia Alemania era arrasada por los ejércitos aliados; en su limitada visión del mundo no había sitio para el compromiso o la rendición, de manera que arrastró a su país hasta la catástrofe y finalmente se suicidó en el búnker de la Cancillería de Berlín donde se había refugiado, después de haber sacudido al mundo con su sueño de hegemonía mundial de la «raza» alemana, que provocó una guerra total a escala planetaria y un genocidio sin precedentes en los campos de concentración.



Josef Stalin (23 millones de muertes):



 Stalin detentó el poder absoluto en la Unión Soviética durante 29 Años. Podría decirse que sus crímenes superan a los de Hitler, ya que envió a 20 millones de compatriotas a la muerte, convirtiéndose en uno de los mayores tiranos de todos los tiempos. Tras la caída de la Unión Soviética, el mundo ha descubierto atónito el alcance de sus atrocidades, que le han colocado como uno de los líderes mas vilipendiados del siglo. Este retrato exhaustivo revisa la vida de Stalin mediante las imágenes del increíble archivo soviético y una asombrosa serie de entrevistas. Los biógrafos Robert Conquest y Edvard Radzinsky relatan sus desastrosas reformas, como la colectivización de la agricultura o las purgas masivas. Su antiguo interprete, Valentin Berezhkov, ofrece un retrato en primera persona del dictador, mientras que las víctimas de las una purgas, el Dr. Janusz Bardach, cuenta su paso por los Gulags. Además, en una entrevista inédita, Mijail Gorbachov examina el ascenso, gobierno y legado de su predecesor más infame. Este documental presenta con orgullo la historia definitiva de una de las figuras más importantes, destacada y odiada de la historia.



Mao Tsu Zedong (78 millones de muertos):



Político y estadista chino. Nacido en el seno de una familia de trabajadores rurales, en el medio donde transcurrió su infancia la educación escolar sólo era considerada útil en la medida en que pudiera ser aplicada a tareas como llevar registros y otras propias de la producción agrícola, por lo que a la edad de trece años Mao Tse-tung hubo de abandonar los estudios para dedicarse de lleno al trabajo en la granja familiar.

Sin embargo, el joven Mao dejó la casa paterna y entró en la Escuela de Magisterio en Changsha, donde comenzó a tomar contacto con el pensamiento occidental. Más tarde se enroló en el Ejército Nacionalista, en el que sirvió durante medio año, tras lo cual regresó a Changsha y fue nombrado director de una escuela primaria. Más adelante trabajó en la Universidad de Pekín como bibliotecario ayudante y leyó, entre otros, a Bakunin y Kropotkin, además de tomar contacto con dos hombres clave de la que habría de ser la revolución socialista china : Li Dazhao y Chen Duxiu.

El 4 de mayo de 1919 estalló en Pekín la revuelta estudiantil contra Japón, en la que Mao Tse-tung tomó parte activa. En 1921 participó en la creación del Partido Comunista, y dos años más tarde, al formar el partido una alianza con el Partido Nacionalista, Mao quedó como responsable de organización. De regreso en su Hunan natal, entendió que el sufrimiento de los campesinos era la fuerza que debía promover el cambio social en el país, idea que expresó en Encuesta sobre el movimiento campesino en Hunan.

Sin embargo, la alianza con los nacionalistas se quebró, los comunistas y sus instituciones fueron diezmados y la rebelión campesina, reprimida; junto a un numeroso contingente de campesinos, Mao huyó a la región montañosa de Jiangxi, desde donde dirigió una guerra de guerrillas contra Jiang Jieshi, jefe de sus antiguos aliados. El Ejército Rojo, nombre dado a las milicias del Partido Comunista, logró ocupar alternativamente distintas regiones rurales del país.

En 1930, la primera esposa de Mao fue asesinada por los nacionalistas, tras lo cual contrajo nuevo matrimonio con He Zizhen. Al año siguiente se autoproclamó la nueva República Soviética de China, de la que Mao fue elegido presidente, y desafió al comité de su partido a abandonar la burocracia de la política urbana y centrar su atención en el campesinado.

Pese a las victorias de Mao en la primera época de la guerra civil, en 1934 Jiang Jieshi consiguió cercar a las tropas del Ejército Rojo, tras lo cual Mao emprendió la que se conoció como la Larga Marcha, desde Jiangxi hasta el noroeste chino. Entre tanto, los japoneses habían invadido el norte del país, lo que motivó una nueva alianza entre comunistas y nacionalistas para enfrentarse al enemigo común.

Tras la Segunda Guerra Mundial, se reanudó la guerra civil, con la victoria progresiva de los comunistas. El 1 de octubre de 1949 se proclamó oficialmente la República Popular de China, con Mao Tse-tung como presidente. Si bien al principio siguió el modelo soviético para la instauración de una república socialista, con el tiempo fue introduciendo importantes cambios, como el de dar más importancia a la agricultura que a la industria pesada.

A partir de 1959, dejó su cargo como presidente chino, aunque conservó la presidencia del partido. Desde este cargo promovió una campaña de educación socialista, en la que destacó la participación popular masiva como única forma de lograr un verdadero socialismo. Durante este período, conocido como la Revolución Cultural Proletaria, Mao logró desarticular y luego reorganizar el partido gracias a la participación de la juventud, a través de la Guardia Roja. Su filosofía política como estadista quedó reflejada en su libro Los pensamientos del presidente Mao.






1 comentario:

Paquita Castillo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

Páginas vistas en el último mes